En pocas horas iniciamos el taller de "Iniciación a la práctica de 
Mindfulness". Comparto con vosotros unas palabras que me inspiran y me 
animan a perseverar en esta tarea de la meditación que supone toda una 
vida de aprendizaje.
 "Durante los primeros meses meditaba mal, 
muy mal. Tener la espalda recta y las rodillas dobladas no me resultaba 
nada fácil y, por si esto fuera poco, respiraba con cierta agitación. 
[…]
Durante el primer año estuve muy inquieto cuando me sentaba a meditar. Me dolían las dorsales, el pecho, las piernas… A decir verdad me dolía casi todo.
Durante el primer año estuve muy inquieto cuando me sentaba a meditar. Me dolían las dorsales, el pecho, las piernas… A decir verdad me dolía casi todo.
La inquietud mental que fue lo que percibí justo después de las molestias físicas, no fue para mi una batalla menor o un obstáculo más soportable. Al contrario: un aburrimiento infinito me acechaba en muchas de mis sentadas, como empecé entonces a llamarlas. Me atormentaba quedar atrapado en alguna idea obsesiva. Yo respiraba armónicamente, pero mi mente era bombardeada con algún deseo incumplido, con la culpa ante alguno de mis múltiples fallos o con mis recurrentes miedos, que solían presentarse cada vez con nuevos disfraces.[…]"

