De casi todas las cosas hay repuestos. Encontramos bazares en
los que hay prácticamente de todo, incluso en la otra punta del mundo podemos
adquirir on-line lo que se quedó viejo o pasado.
Compramos incluso hasta lo que no necesitamos simplemente
porque "estaba bien de precio" o porque teníamos tres pagando dos. Compramos
para recordar "recuerdos", para agasajar "detalles", para
influenciar "aquello que el otro desea"... Y en esta vorágine consumista
nos estamos dejando transformar llegando incluso a creer que todo se puede adquirir
de nuevo si se estropea o se rompe. Incluso nosotros mismos y los otros.
Quizás muchos piensan que ya nada es para siempre. Quizás
todo funciona hoy a una velocidad tal que detenerse no es una opción que
sopesemos, y por eso no vemos muchos de los pedazos propios o de los que
tenemos cerca que van quedando en el camino y que cada vez tienen menos
oportunidad de ser reparados.
Pero hoy más que nunca, simplemente porque es hoy,
necesitamos recuperar la capacidad tan genuinamente humana de pararnos a
valorar los daños e iniciar una labor de artesanos con todo aquello que fue
perdiendo su lustre por el uso de los años. Y hoy también necesitamos recuperar
la habilidad de acariciar los pedazos ajenos y su dolor. Arrullar sus miembros
maltrechos y apesadumbrados para edificar de nuevo y colaborar en la reconstrucción
de las maravillas que somos.
Puede que hayamos perdido la práctica pero no la habilidad de
hacer con nuestra arcilla un nuevo milagro.
Amparo Navarro Salvador
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